DECADENCIA SOCIAL
Viendo las noticias nos damos cuenta de que nuestra sociedad
está viviendo una crisis profunda, una crisis que se basa en la falta del
respeto del ser humano así mismo, como si tuviera potestad para pasar por
encima de los demás.
Hablamos de una sociedad que debe y quiere ser liberal, de
que se puede hacer lo que se quiera cuando quiera, y está actitud desafiante
con la vida lleva precisamente a la violencia. Una violencia y una agresividad
que empieza en la propia familia y con los semejantes. ¿Qué tipo de principios
hay que tener para asesinar a la propia familia? Desde la mujer, los hijos, y
los más cercanos.
Es evidente que nos empeñamos solo en el bienestar, en la
comodidad, en lo técnico, en lo funcional, pero se huye de la formación en
valores, del crecimiento correcto de los jóvenes y de los niños. Es curioso
muchos claman escandalizados por la clase de religión, y el hipotético adoctrinamiento,
pero a su vez se favorece el botellón y otras actitudes que degeneran a las
personas, no se marcan los límites y de esta manera nos encontramos ante una
sociedad débil y manipulable.
Es una huida del humanismo, para caminar hacia una
deshumanización, en donde las personas no se respetan, y se pasa por encima de
los demás. Se habla de violencia de género, y todo es mucho más complejo,
porque no es que el hombre se haya vuelto loco contra las mujeres, sino que se
han perdido el valor del respeto a la libertad y a los semejantes, sin contar
con el respeto a la vida. Cuando no hay respeto a los no nacidos, cuando se
potencia el aborto, no puede extrañar que luego se contagie ese atentado contra
la vida, en donde el límite desaparece.
Muchos critican que haya que volver a las raíces cristianas,
pero esto es necesario, para que crezca unos valores que no es ideología solo,
sino que es volver a la esencia del hombre como Hijo de Dios, y que llevamos inscrito
a fuego, unos principios de actitudes en nuestro corazón que nos llevan a reconocer
lo que es bueno y malo, lo que hace crecer a la sociedad y lo que la destruye. El
hombre sin Dios se convierte en su aniquilador. Tenemos que esforzarnos en
llevar a Dios a nuestro entorno, aunque muchos se empeñen en eliminarlo, es la
única forma de que la sociedad en encuentre el respeto y la caridad hacia sus
semejantes.
Javier Abad Chismol
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