Como algo ya recurrente cuando nos llega la Navidad y los
Reyes ciertos colectivos liberales se empeñan una y otra vez en quitar toda la
ilusión a estas fechas tan entrañables y familiares. El poder de las nuevas
ideologías se insiste en colarse por todas las rendijas, quieren llegar a los
niños a la infancia, no hay nada peor que utilizar a los niños para adoctrinar
e imponer ideología.
Los hemos visto en el proceso catalán en donde los profesores
de colegios adoctrinaban a sus alumnos, un proceso que hacía que los niños
fueran banderas independentistas, se les ha utilizado a niños y adolescentes
como escudos ideológicos.
Una ideología de género que quiere entrar en las escuelas,
que quiere normalizar todo tipo de orientación sin contar con los padres y con
las distintas formas de pensar, y que en nombre de la tolerancia se crea una
imposición ideológica.
Ahora llegan de nuevo los Reyes y las cabalgatas y quieren
ser todo menos eso, porque ciertos dirigentes municipales no son creyentes,
porque les molesta la Navidad, y quieren convertir en un circo la Cabalgata, el
alcalde de Valencia con sus reinas magas republicanas que parecen más bien unas
brujas, en Vallecas con una Drag Queen como “rey”, un espectáculo, modelo de
carroza del orgullo gay, ¿Qué tendrán que ver los pobres niños con el orgullo?
¡Que dejen a los niños tranquilos y que nos les quiten la infancia! Eso no
significa que no se sea tolerante, es que cada cosa tiene que ocupar el lugar
que toca, y ese respeto que se exige que sea igual para todos, que una verdad
que se cree suprema no consintamos que se imponga.
Javier Abad Chismol
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