ACCIDENTE DE TREN



IMPRUDENCIA A PRECIO DE MUERTE


Muchas veces nos preguntamos porque ocurren las desgracias, las catástrofes, los accidentes, todo aquello que desborda al hombre, que nos deja sin palabras. Lo que ha ocurrido en el accidente de tren en Santiago es una de esas cosas que no se entienden, que nos sobrepasa.
Aparece primero una solidaridad enorme hacia las víctimas de la tragedia, sacamos lo mejor que tenemos dentro, para ayudar a salvar vidas, para apoyar a los familiares, a los heridos. Pero esa solidaridad se va convirtiendo en rabia, en un PORQUE en mayúsculas.
Nada más pasar el suceso pudimos ver a un hombre que grababa los primeros momentos del accidente, y no hacía más que decir “Dios mío, Dios mío”, decía “este hombre se ha vuelto loco, que ha hecho”, evidentemente se refería al conductor del tren.
Por desgracia las imprudencias cobran vidas, la inconsciencia de unos poco, o solo de una persona ha destrozado la vida de muchas familias, creo que es importante que reflexionemos de lo importante que es darnos cuenta de que vivimos en sociedad, de que tenemos que convivir y respetarnos, que es vital ser responsable, que nuestros actos afectan a otros, en definitiva  se nos habla de egoísmo, de ser capaces de salir de uno mismo para ver más allá.
Hacía poco teníamos otro caso en accidente de autobús en Ávila donde también murió gente, y por lo mismo, por exceso velocidad, que igual que decir exceso de irresponsabilidad.
Habría que regular muy bien a quien se le da los mandos de trenes, aviones, autobuses y transporte en general, para así evitar este tipo de desgracias. Ahora buscaremos mil historias para ver si podía parar, si lo podían frenar de otro modo, en definitiva casi querríamos eliminar al hombre, y eso no es el problema, el problema es el candidato, la responsabilidad, la honradez y el saber hacer bien el trabajo encomendado.
Javier Abad Chismol

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