EL PAPA RENUNCIA EN
LIBERTAD Y EN CARIDAD
Nos quedamos todos perplejos cuando el propio Papa Benedicto
XVI nos comunicaba su renuncia, o como entienden muchos, la dimisión del Papa.
Los medios de comunicación empezaron a movilizarse rápidamente ante tal acontecimiento
sin precedentes recientes en la historia de la Iglesia.
Es bien cierto que según el Código de Derecho Canónico está
reflejada esta posibilidad, se puede renunciar siempre que se haga libremente y
en plenas facultades, como es el caso de ahora.
Ha venido varias veces a España, pero los valencianos
recordamos con cariño y con gratitud el encuentro mundial de las familias en
2006, conocimos un Papa cercano, acogedor y del pueblo, fue querido durante su
estancia y dio testimonio al mundo entero, fue además su primer gran reto
después de Juan Pablo II.
Seguramente muchos valencianos cambiaron de opinión tras la
visita del Santo Padre, conocimos de primera mano cómo su discurso era sencillo
pero profundo.
Tan solo se crearon ciertas discrepancias con el grupito de
los ateos que se sentían molestos por la venida
del Papa, eran los de las plataforma “Jo no te espere”, con esas mitras
tachadas, y con una gran campaña mediática para que la gente apostatará.
Diría que Benedicto XVI ha sido el Papa de la caridad, del
amor, de la entrega máxima en el servicio, una caridad que nace desde el amor
profundo a la Eucaristía, como sacramento de amor y de entrega. Es una Iglesia
de caridad que nace y brota de amor en los sacramentos. De ahí la importancia
que le da a la liturgia, pero no como algo aparente y estético, sino como algo
que debe tener la dignidad del misterio que se celebra y se vive, es una
teología litúrgica que nos lleva a que la Iglesia sea testigo de Dios en el
mundo, como nos lo decía en su Encíclica “Dios es amor” (2005), y nos expresaba
que esa era la opción fundamental de vida del cristiano.
Celebramos el año de la Fe, nuestro Arzobispo de Valencia nos
ha invitado a dar testimonio, a ponernos en misión, a ser testigos, y qué
testimonio tan grande nos ha dado el Papa, siempre ante las críticas de que de
las que ha sido objeto injustamente y ahora al renunciar. Aceptando la
fragilidad humana de la ancianidad, y hacerlo con esa paz que lo ha hecho, fruto seguro de la oración y el
recogimiento, de nuevo nos ha dado una gran lección nuestro profesor, la gran
lección que fundamenta al ser humano a imagen de Dios; la libertad, la
humildad, la caridad, la esperanza, y la disposición en todo momento para hacer
la voluntad de Dios, gracias al Santo Padre por ser luz para todos nosotros.
Javier Abad Chismol
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