CADA OVEJA CON SU
PAREJA
Cada uno en su libertad decide con quien quiere estar o con
quien quiere identificarse, de este modo podemos afirmar que nos arrimamos a los
que nos son afines, o con aquellos que simplemente nos sentimos más cómodos.
Rubalcaba salía al paso de las acusaciones del apoyo y
asistencia de los socialistas a los
nuevos movimientos callejeros, restos del 15 M, y grupos de izquierda radical
que les gusta estar en todos los saraos y follones. Al igual que cuando era
ministro del interior hizo un guiño a la calle y a la afirmación de los
voceros: “Que no nos representan”, una afirmación que viene bien cuando se
pierde en las urnas y se quiere abanderar la protesta callejera para
desestabilizar al gobierno y al sistema, en definitiva, no saber perder. Y como
ejemplo, la afirmación rotunda de Rubalcaba; “La culpa de los 6 millones de
parados la tiene el Gobierno de Rajoy”, y todos sus seguidores aplauden
entusiasmados y eufóricos a su gran líder, que no deja de repetir una vez y otra
vez, compañeros y compañeras.
Es cierto, que cómodo se siente el líder socialista con los
que gritan, “A sangre y fuego”, como apoya los escritos que retiran la
autoridad al profesor, los cómplices de las manifestaciones ilegales, los que
insultan y persiguen a los políticos del PP, insultan a las falleras, que cómodo
con los que agreden, descalifican y muerden a la policía, ahí él está en su salsa.
Ante esta acusación responde; “Cada oveja con su pareja”,
nosotros con los sindicatos y el PP con los Obispos. Pues ya vemos sus
comparaciones, ya vemos lo que le importa este país, compara el gamberrismo
desestabilizador del sistema, con manifestaciones a favor de la vida, del
encuentro de los jóvenes, o las víctimas del terrorismo.
Yo les propondría a Rubalcaba y su “colegas sindicales” que
ya que iguala y compara, que proponga que a los sindicatos le pongan también
una crucecita como se hace con la Iglesia Católica, y a ver cuantos la apoyan,
y que no les den más ingresos que los que contribuyentes quieren al igual que
pasa con la Iglesia.
Estas son las amistades, le añadiríamos el dicho de que no
hay que mezclar churras y merinas, pues bien no mezclemos, cada uno con los
suyos, pero ante todo coherencia y honestidad, que este señor ha hecho de la
mentira su norma y además se la cree.
Javier Abad Chismol
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