La Navidad es un tiempo de encuentro y de alegría, es tiempo
para los buenos propósitos y para que cada uno de nosotros hagamos balance de
nuestro año. Es el cumpleaños de Jesús, el Hijo de Dios, del comienzo de
nuestra era moderna y el momento en que empieza a contar nuestro calendario
actual.
Guste más o guste menos, toda nuestra cultura social gira en
torno a la religión católica, aunque muchos se empeñen en que haya una Navidad
sin Navidad, una Navidad tan solo como gasto, consumo, o encuentros familiares.
Es como si quisiéramos celebrar un cumpleaños, pero al que cumple los años no
lo queremos invitar, es decir, que tendríamos fiesta por fiesta, sin sentido, o
una fiesta emotiva de luz, de color y de
regalos, festejar por hacerlo sin encontrar más sentido que la propia
costumbre.
Ciudades como Madrid que no quieren poner el Belén, porque según
algunos ofenden a los que no son cristianos, como si no pudieran convivir las
distintas religiones o culturas, o forma de pensar, porque que si para defender
a una lo que hago es aplastar a la otra eso es discriminación contra los
cristianos, no se puede privar de libertad en nombre de la libertad porque
entonces se convierte en una farsa o una tiranía.
La Navidad a medias para todos, como aquellos que montan el Belén pero quitan el ángel, también con la misma excusa, para no molestar, ¿a quien? ¿a ellos mismos? Navidad es el nacimiento de Jesús, creamos o no creamos que era el Hijo de Dios, y no digamos lo que no es ni confundamos. Es Navidad para todos, pero no la vaciemos de Dios, cuando hacemos esto se convierte en una espiral de consumo y uno de los momentos más tristes del año para las personas.
En la vida nos falta Dios, nos falta sabor en nuestras vidas, nos falta la ternura del Niño Dios, de un Salvador que venga a sacarnos de nuestra pobreza y de nuestra falta de esperanza.
Sí, es Navidad para todos, para los que creen y para los que no, recordamos un hecho histórico para unos, y actualizamos el misterio de la Encarnación para otros, pero motivo de alegría para todos, nuestra alegría no viene solo del encuentro familiar, ni de grandes comidas, ni porque recibimos regalos, o porque tenemos días de vacaciones, nuestra alegría es un recién nacido que se hace presente cada año en nuestras vidas, un niño que es ternura, que es amor, que es fragilidad y que es entrega. esa es nuestra alegría, esa es nuestra fiesta.
Que anunciemos a todos que un mundo mejor es posible, y que es el principio de los buenos deseos navideños, la Navidad al igual que el Año Nuevo es una puerta a la esperanza y a la alegría porque da sentido a la vida.
Javier Abad Chismol
La Navidad a medias para todos, como aquellos que montan el Belén pero quitan el ángel, también con la misma excusa, para no molestar, ¿a quien? ¿a ellos mismos? Navidad es el nacimiento de Jesús, creamos o no creamos que era el Hijo de Dios, y no digamos lo que no es ni confundamos. Es Navidad para todos, pero no la vaciemos de Dios, cuando hacemos esto se convierte en una espiral de consumo y uno de los momentos más tristes del año para las personas.
En la vida nos falta Dios, nos falta sabor en nuestras vidas, nos falta la ternura del Niño Dios, de un Salvador que venga a sacarnos de nuestra pobreza y de nuestra falta de esperanza.
Sí, es Navidad para todos, para los que creen y para los que no, recordamos un hecho histórico para unos, y actualizamos el misterio de la Encarnación para otros, pero motivo de alegría para todos, nuestra alegría no viene solo del encuentro familiar, ni de grandes comidas, ni porque recibimos regalos, o porque tenemos días de vacaciones, nuestra alegría es un recién nacido que se hace presente cada año en nuestras vidas, un niño que es ternura, que es amor, que es fragilidad y que es entrega. esa es nuestra alegría, esa es nuestra fiesta.
Que anunciemos a todos que un mundo mejor es posible, y que es el principio de los buenos deseos navideños, la Navidad al igual que el Año Nuevo es una puerta a la esperanza y a la alegría porque da sentido a la vida.
Javier Abad Chismol
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