LA NOCHE DEL TERROR
Desde hace ya algunos años las fiestas religiosas y las
tradiciones se han ido pervirtiendo, han ido degenerando, todo con un solo
objetivo, ganar dinero, fabricar un ocio basado en el alcohol, la música
estridente y juntar a muchísima gente.
La pasada noche de Halloween se convirtió en el terror, el
miedo y el horror con el que pretendían burlarse, la noche de la muerte, del
pánico invadió el Pabellón Arena de Madrid, un video promocional, muy
desagradable, sexista, violento, que invitaba a acudir a todos en masa a este
evento.
Pocos podían imaginarse lo que esperaba, de como una mala
organización, una escasez de profesionales, un afán recaudatorio para conseguir
más beneficio, reventa de entradas, falta de numeración, falta de control en
las entradas y en las salidas, vigilantes que no lo eran, personas dispuestas a
colarse en la fiesta sin pagar, todo junto nos llevo a la tragedia de
Halloween.
Este tipo de eventos nos llevan ha hacer una reflexión sobre
la ética del ocio, de los empresarios y de los municipios. O bien la picaresca,
o la dejadez, o el afán de lucro, lleva a este tipo de desastres.
Ahora hay que buscar responsabilidades, nadie quiere serlo,
la alcaldesa de Madrid ni siquiera paralizó su agenda personal familiar después
de esta desgracia, quizás muchos
políticos no se han dado cuenta de que son un servicio público al
servicio de los ciudadanos, que hay que saber renunciar incluso a la vida
privada cuando las circunstancias así lo requieren.
Un ocio desordenado, basado el alcohol y las drogas, tal como
ocurrió en los alrededores del Madrid Arena, todos haciendo botellón en los
alrededores, la policía sin hacer nada, en definitiva buscan responsabilidades,
pues todos tienen la culpa pero no se cuestiona hasta que pasa una desgracia de
este tipo.
Javier Abad Chismol
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