TOP MANTA
Llegado el verano la proliferación de los vendedores
ambulantes se dispara, se convierte en un desenfreno, por no decir una
invasión. Es un fenómeno que se da en toda España sobre todo por el litoral, y
en algunos casos llegan a tomar las
playas y los paseos marítimos.
La población valenciana de Cullera, donde suelo pasar mis días
de descanso, ha sido tomada literalmente por los africanos, muchos de ellos
Senegaleses, me imagino que tantos no pueden haber entrado legalmente, me
imagino que muchos son de pateras, y luego traídos a las costas levantinas.
Los comerciantes de Cullera están indignados, porque
repercute en sus ventas, porque ellos pagan impuestos y los otros no, porque
venden artículos de muy mala y dudosa calidad, en su mayoría imitaciones o
música y películas piratas. A cierta hora de la tarde no dejan apenas sitio
para sentarse en el paseo y solo baja la masificación de vendedores cuando una
patrulla de la policía local se acerca. Evidentemente unos tienen permiso, los
menos, pero la mayoría no, creo que el Ayuntamiento de Cullera tendría que
tomar cartas en el asunto y favorecer al comercio local, que es lo que da
trabajo y mantiene la vida de la población, que la venta ambulante esté
regulada y no masificada.
En la playa de Gandía se podía ver como estos vendedores
tomaban la primera línea de playa para ofrecer sus artículos con lo que esto
supone para los bañistas que ven como la playa se convierte en un mercado negro
de prendas falsificadas e ilegales.
No hace mucho un policía local de Alicante recibía una paliza
al pedir la documentación a unos vendedores ambulantes. Creo que hay que tomar
nota y regular este tema por el bien de todos. Ayudar sin perjudicar.
Javier Abad Chismol
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